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lunes, 4 de enero de 2010

intenso, disperso, irreverente...


Ella me observa fijamente con sus ojos duales, acerca su cigarrillo hacia la boca, emprende el misterioso viaje hacia la consumación del mismo. El crepitar minúsculo se encierra en mi oído como si estuviera fumando a pocos centímetros de mí. Yo sólo necesitaba un poco de sol pero nunca es demasiado tarde para ser elegido por la compañía. "He leído a Ray Loriga y ahora puedo entenderte mejor", me increpa, mientras el humo recorre su desgarbado cabello oscuro. No confío mucho en su percepción, en realidad no confío mucho en ella, ¿cómo puedo darle un ápice de confianza a una persona que confía en su intelecto por la cantidad de títulos universitarios?, alguien que cree conocer a los hombres solamente porque ha leído unos cuántos textos académicos, como si los hombres y las mujeres necesitaran de manuales de uso, como si confiara en el divorcio de la palabra y de la acción. No la culpo, a fin de cuantas es un espectro más de aquellos que, cansados de malinterpretar su vida, se refugian en el "logos" para darle sentido y razón a lo que, por necesidad - y un poco de incapacidad - propia, no pueden hacerlo por sí mismas.
Ahora resulta que ella desea entenderme, analizarme, estudiarme como un fenómeno más. Algún día escuchó que "Héroes" reflejaba mi forma de ver las cosas, así que decidió leerlo para encontrar entre sus páginas un poco de teoría.
Cuando leí por primera vez "Héroes", estaba buscando viciosamente desencajar en el mundo. Buscaba entre las opciones más sui generis la opción más acertada, creo que hasta el día de hoy lo hago: “No consigo entender por qué todo tiene que estar bien hecho, no me atrevo a salir de la cama y afrontar todos los días la tiranía de la perfección”; sigo enamorado de un "ángel", de mirada triste, inteligible, áspera, real. “Sé que no puedo esperar que estés siempre sola, la único que te pido es que no te lo creas todo. No te fíes de los anillos de oro, ni de las carrozas de plata. Todos mentimos bien los viernes por la noche”.Talvez nunca la encuentre, pero ahora tengo lo que siempre quise, lo más parecido al paraíso, algo que lo puedo definir como amor. Sigo recorriendo el mundo desde mi habitación y sigo pensando que la gente puede ser sospechozamente aburrida e increíblemente idiota: “Está convencida la muy hija de puta, dan ganas de arrancarle una oreja y metérsela por el culo. Todos tenemos una de esas noches de vez en cuando pero todos procuramos no vomitar encima de los demás”, y sigo pensando que tarde o temprano terminaré asesinando a mansalva porque me canse de ser lo que no quiero ser: “Lo que sé: no siempre soy lo que quiero. De ahí la importancia del disfraz. El disfraz es la verdadera intención. La verdadera voluntad. El disfraz obliga.”
-Y entonces? que has aprendido de mi? que has sacado del libro que te ha ayudado a ver quien soy? y entonces ella me dijo: "veo que eres muy parecido al protagonista del libro, y me ayudó a definirte: intenso, disperso, irreverente", no creo que sea la mejor definición, pero sí lo tomo como si fuera algo parecido a un halago. Alguna vez leí que un diario definía la literatura de Loriga como "punkismo sentimental", gente que no quiere estar donde está, irreverentes, necesitados de algo distinto, esclavos de la música, sombras sentadas en las esquinas de las calles, no saben dónde inicia su viaje ni esperan llegar a un lugar específico, pero saben que el trayecto será muy interesante. Así camino, así lo siento, no es lo mejor pero es lo más interesante. Agradezco a Ray y a Irvine, a Kurt y su estridencia filosófica, a Alice in chains y a soundgarden, a Bukowski, Kerouak y a Miller, sobre todo a todos aquellos músicos, poetas, delincuentes, seres sin espacio ni imagen que me enseñaron, que me inculcaron, que me encaminaron afuera del camino, que me enseñaron el valor de no seguir, de no volver, de no arrepentirse y de bailar toda la noche en medio de la soledad...

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