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lunes, 16 de julio de 2012


I

Cuando baila, se desconecta totalmente, parece que vuela, sus amigos comentaban que, desde que conoció a Franz Ferdinand, una especie de "epifanía hipster" inundó sus sentidos. El cabello rapado a un lado, falda negra y botas de cuero; el resto de su cabellera negra cae hacia un costado. Su forma de vestir la hace ver especial sobre el resto de chicas. Bailaba como si el mundo se fuera a terminar mañana. Yo permanecía sentado en una esquina con una cerveza en la mano. Ella se acercó al ritmo de la canción, me arrebató la botella y empezó a cantar: "ahh kiss me, flick your cigarette and then kiss me, meet me where your mind won´t kiss me..."; no era la mujer más guapa del lugar pero era la mujer que bailaba como si mañana se iba a acabar el mundo.
Nunca fui bueno en conquistar mujeres, es un hecho. Tampoco es que me ha ido mal, pero en general, no soy de esos conquistadores contumaces que salen todas las noches a "aumentar su galería de trofeos", pero se sentó a mi lado y me dijo "no tienes mirada de deseo, eso es atractivo y fuera de lo normal" sonreí. Me invitó una cerveza y me contó la famosa historia de cómo conoció a Franz Ferdinand. Tabién había bailado y pasado una noche junto a los ataque 77. Su anécdota me cautivó ya que soy un fanático del grupo argentino. Me habló de un extraño cementerio de sal en Ica, su aberración al facebook, la teoría de conspiración que gira alrededor de su entretenida forma de controlar las actividades diarias de sus miembros y lo molesta que estaba con el gobierno. Soñaba con ser cantante y abrir a los daft punk. Siempre es interesante hablar con una mujer que tiene temas de conversación. Después, la sorpresa. Me miró fijamente y empezó a reír. "tienes una mujer en tu mirada, yo busco un hombre que no me embarre con su historia.". Sinceramente no me interesaba en absoluto estar con ella, pero no quería dejar de conversar. Decidimos salir de ahí y contarnos historias. La ciudad en la noche es una furiosa dama herida que escupe veneno en cada esquina. Hablamos de drogas, de las "sales de baño" y el caníbal de Miami, de "indie" rock, Shoppenhauer, celulares, teorías de conspiración. Me ilustró acerca de los padres de la música electrónica: kraftwerk. Nos hicieron correr dos veces e insultamos una más. Nos reímos. Nos miramos fijamente. Ella era la sombra de una mujer que tenía el corazón roto. A veces es más sencillo esconderse en una fachada de “rude girl”, su novio la había dejado para ir a los Estados Unidos; ella vendió todo lo que tenía y se fue tras él. Cuando llegó a su casa en Miami, encontró a otra mujer viviendo con él. Nos miramos. Me abrazó y lloró. Llegamos a su casa, le dije que estoy seguro que existen mundos paralelos, y estoy seguro que en uno de esos mundos paralelos ha sucedido todo lo que imaginó en su cabeza. Hasta jugaríamos a dejar el pasado atrás e intentar ser felices, pero hoy no, en esta realidad no. Nos miramos por última vez. Me regaló un CD de música, porque según ella, era lo que más nos podía mantener unidos. Después, me hizo prometer que nunca jamás intentaría buscarla, si la veía en la calle, no la saludaría, si coincidimos en un bar, me iría. Un corazón roto no merece archivar ilusiones.

II

El teléfono empezó a vibrar. Su voz, dulce y cálida, tenía una misteriosa “sazón” que la diferenciaba de otras ocasiones en las que hablamos. “quería ver si estabas ocupado, quisiera conversar contigo pero esta vez no es de negocios” intrigado, acepté.
Entre sollozos, me invitó a subir a su auto, empezó a hablar de su trabajo, de su nuevo departamento, de therion. Es una chica ejecutiva que gusta del metal sinfónico y del gótico. Pero su mirada estaba perdida. Lo confirmé cuando dijo que manejaba sin rumbo fijo. Parqueó en una esquina y me dijo “mi ex novio piensa que estamos saliendo y que tuvimos una aventura”. Cuando la conocí, estaba sentada en su escritorio, yo solamente llegué, entregué mi tarjeta de presentación y un DVD con servicios audiovisuales. A los seis meses aproximadamente, me contrató para filmar un par de videos. Nada del otro mundo. Ella era un cliente que gustaba conversar conmigo y pedirme referencias. Yo era un proveedor amable que nunca pensó en nada más. Su novio se fue a un concierto de Metallica en Bogotá, nunca la llamó. A través de las redes sociales encontró comprometedoras imágenes de su amado con dos chicas muy borrachas a las afueras de un popular bar rocker de la capital colombiana; a lo que sólo pudo responder: “pero amor, lo que pasa en Colombia, se queda en Colombia, no lo tomes a mal!”.
El sujeto en cuestión cuestionó la calidad moral de su ex amor, dijo que seguramente vamos mucho tiempo de relación y que ella es lo peor que un hombre puede desear. A final de cuentas, su error era nada a comparación de su aberrante actitud. Entre lágrimas, me confiesa su amor. Yo no tengo palabras, peor aún oraciones. Ella es un cliente y yo un proveedor amable. Es una lástima que en este juego de ajedrez sea un peón. Le pedí disculpas, el ambiente tenía un almizcle a venganza que no me dejaba respirar. Los juguetes deben ser adquiridos en las jugueterías, no en el pecho de las personas.

III

Esta página aún no se escribe… la dejo reservada para ti, ¿quieres escribirla conmigo?

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