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domingo, 18 de marzo de 2012


Todo empezaba con el cántico de los acordes en MI mayor, acariciaba sobre el nihilismo punk de ese DO que bailaba en la acústica de mi venganza... no todos entienden porqué no puedo sonreír en las mañanas, porqué sigo escapando al final de mes y porqué la gente como yo puede sobrevivir con el bochorno de amarrarse las agujetas en la calle al mediodía. No necesito cantarte canciones, escribir versos interminables, ni hablar como académico desgastado. No puedo ser un ser amable, ya no juego a rellenar de locura los segundos que no piensas en que sucedería si tus intenciones de manipular para bien el segundo subsiquiente al ocaso termine en un caos inmaterial oscuro. De pronto, como un animal herido, desesperado por alimentarse, apareció una visión vestida de mujer, con un cigarrillo en la mano derecha y un diente de león sin pétalos en la otra, no tenía boca, no podía silbar, ni besar, ni alimentarse, pero podía gritar, y su manifiesto era sencillo:
"todas las formas están cansadas, todos los colores yacen muertos, los recuerdos se han olvidado su función y los seres humanos ya no calzan en el espacio y el tiempo... hace cuánto que no te impresionas con algo sencillo???"
Agarra la maleta, vacíala y huye... las piedras que vas a encontrar en el camino te servirán para darle peso a tan fantástico atefacto. Si tuviera una de esas maletas antiguas, esas que aparecen en las películas de Fellini, me daría la posibilidad de acomodar a ese pequeño animal disfrazado de mujer, junto a ese ángel sin rostro, y las encerraría e esa cárcel de cuero, pagaría por un boleto sin regreso, de preferencia en la ventana, porque me gusta ver como abandono el espacio que ha vivido en mí... hasta donde los trenes se pierden en el firmamento.